Publicado en el
Boletín de la Asociación Toxicológica Argentina
(Adherida
a la IUTOX). Año 18, Nº 65/66. Sept/Dic. 2004. p 20 – 21
Son en las corrientes
artísticas donde el ser humano plasma experiencias, pareceres y ambiciones. Y de
ellas, creo que tal vez la música sea la forma más explícita que detalla las
experiencias, fantasías, logros, sufrimientos y desesperanzas que logra o padece
el ser humano. Por ello, si
buscamos en la música, seguramente encontraremos experiencias que nos revelen
contactos con sustancias tóxicas. Por supuesto, el consumo de drogas de abuso
será lo primero que
encontremos. Las drogas han
acompañado al hombre en su evolución desde los tiempos más primitivos, y al
margen de su uso mítico original, siempre representaron un intento por producir
estados de conciencia o experiencias sin alcanzarse naturalmente, sino por medio
de sustancias exógenas. De
cualquier manera, siempre representaron un intento por sobreponerse al medio, o
por trascenderlo; sea en el aspecto místico logrado por experiencias oníricas, y
vinculándose a través de ellas en el mundo de las divinidades. O como desde el
siglo pasado hasta nuestros días, para escapar de situaciones no resueltas o
alcanzar un estado de placer o elación. Una suerte de olvido de la
realidad. Es por todos
conocido como se ha relacionado el consumo de drogas con el Rock and Roll. Tanto
es así, que la frase que en todo el mundo ha caracterizado al movimiento
cultural-musical de una generación ha sido justamente “Sexo, Drogas y Rock and
Roll”. Esta apreciación, que
de hecho es real, muchas veces representa un análisis deficiente de esta
realidad. Esta trilogía que
no se duda en considerar como un patrimonio cultural de esta época, sin embargo
pareciera ser la adaptación de la forma en que llega a nuestros días el lema con
que identificara a otro tiempo, lugar y grupo socio cultural el compositor
Johann Strauss cuando compusiera su obra “Vino, Mujeres y Canto”. Si tomamos en
cuenta que el vals vino a ser una suerte de música libertina para los rígidos
parámetros de la época, evidentemente las consignas no variaron mucho con el
correr del tiempo. Fue
buscando en los distintos géneros musicales la influencia del consumo de drogas
que descubrí en el tango (género en el que recién empiezo a incursionar), la
presencia de más de un veneno. En esta música ciudadana las alusiones a las
drogas socialmente aceptadas tales como el tabaco y el alcohol abundan, sobran,
redundan. Pero a partir de este proyecto de drogas y música (que se los debo
para otro momento) comenzaron a brotar otros venenos y
antídotos. Veamos algunos
ejemplos que nos regala el tango:
-
Bicarbonato. Tango Curativo. De A. Battisti. (Al
distinguido Médico y amigo Dr. Enrique Feimann). Editor: Breyer Hnos.
-
Sal Inglesa. Tango Milonga. De Julián Lastra. (A mi
estimado amigo Alejandro Ballestero). Editor: Juan S. Balerio.
-
Amoníaco. Tango. De Osvaldo N. Fresedo. (Dedicado a
los Internos del Hospital Fernández). Editor: Breyer Hnos.
-
Bicloruro. Tango Venenoso. De Francisco Demarco
(José). (Dedicado a mi estimado amigo, subcomisario Américo La Rosa). Editor:
Ortelli Hnos. Sulfato de Soda. Tango. De María Julia Tirigall. Imprenta
musical: Ortelli Hnos.
-
Cloroformo. Tango Milonga. De U Toranzo. (Al Doctor
Rogelio O. Lahitte, con el mayor afecto). Editor: M. A. Trebino.
-
Cloroformo. Tango Medicinal. De Alberto Paredes.
(Dedicado al distinguido Médico Cirujano Dr. Héctor De Kemmeter). Imprenta
musical: Ortelli Hnos.
-
El 606. Tango Medicinal para la curación de todo mal.
De R. Sales de Araujo. (Dedicado a los boticarios). Editor: Alfredo O.
Francalanci.
-
El 606. Tango. De Francisco J. Lomuto. (A mi amigo
Juan A. Rayos). Editor: Juan S. Balerio.
-
El opio. Tango Milonga. De Francisco Canaro.
(Dedicado a mi amigo el Escribano y Contador Público, Manuel Couto). Editor:
Balerio & Bonini.
-
La cocaína. Tango. Letra de Alcázar. Música de
Viladomat. Año 1927. Editor: J. Feliu e Hijos.
-
Morfina. Tango Porteño. De José M. López García. (A
mi amigo Arnoldo P. Jáuregui). Imprenta musical: Ortelli Hnos.
-
Metele morfina. Tango. De C. de León Belloc. (A mis
compañeros estudiantes de Medicina: José Tirasso, César Velar, Roberto Bárriga
y Afredo Rodríguez). Imprenta musical: Ortelli Hnos.
-
Los dopados. Tango de Salón. De Juan Carlos Cobián.
(A mis buenos amigos J. De Caro y P. Maffia). Cooperativa Editorial de Música.
-
Púrguese. Tango. De Vicente De Cicco. (A mi querido
primo Doctor Nicolás Capizzano afectuosamente). Editor: Roque Gaudiosi.
Como cada uno trae una
historia, y esto nos excede en este espacio, decidí contar solo una, la del 606.
El 606 fue el nombre
que nos hace referencia a uno de los usos más difundidos que tuvo el arsénico
como medicamento, el que se preciaba de haber sido usado para el primer
tratamiento medianamente efectivo contra la sífilis. Paul Erlich dedicó su vida
al estudio del compuesto cuyo protocolo de investigación era el numerado 606,
que descubrió uno de sus estudiantes, el japonés Sahachiro Hata en
1909. Dicho compuesto fue
bautizado como el “Salvarsán” (arsénico inocuo), que era el dihidroxi diamino
arseno benceno
diclorhidrato. El tiempo
demostró que su uso no estaba exento de riesgos. Sin embargo su fama permitió
que hasta dos tangos se le escribieran.
Prof. Dr. Eduardo Scarlato.
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