Publicaciones en Kinesiología
El trígono lumbar es la resultante de la unión miofascial de distintas estructuras que se solidarizan en retracción en todos los procesos de dolor lumbar, siendo éstas en parte responsables de la disminución de la movilidad lumbar y del tronco en general. El trígono lumbar o de Jean-Louis Petit (Fig. 1) que está delimitado por el oblicuo mayor del abdomen, el dorsal ancho y la cresta ilíaca (1); forma parte de la aponeurosis tóraco-lumbar y, por lo tanto, cualquier intervención que se realice a ese nivel repercutirá sobre todas las estructuras que la constituyen. Su transición de tejido fibroso a tendinoso ha dado lugar a distintas consideraciones de diversos autores: mientras algunos la consideran como aponeurosis (Winslow) o prolongaciones (Soemmering) del músculo cuadrado lumbar; otros la describen como fascia lumbodorsal (Henle, Gegenbaur y Krause), aponeurosis abdominal superior (Cruvelhier) o aponeurosis lumbar (Testut) (2). Teniendo en cuenta su gran componente aponeurótico, que los músculos que componen este trígono responden a la clasificación de estáticos, y que al formar parte de la cadena posterior desarrollan su fuerza en detrimento de su capacidad de alargamiento; resulta fundamental poner en relieve las restricciones funcionales que pudieran modificar la movilidad normal del tronco (3). Por otra parte, esta zona de entrecruzamiento fascial es propensa a presentar retracciones de tejido conectivo, lo que hace imprescindible contar con herramientas adecuadas para regularizar este tejido. Esta aponeurosis, a través de sus inserciones, estabiliza la columna y la mantiene en extensión de forma mecánica, constituyendo un factor preponderante en las limitaciones de la movilidad del tronco (4). La aponeurosis lumbar forma un entrecruzamiento de fibras verticales, oblicuas y transversas que denotan una región de grandes cargas; y su engrosamiento se prolonga para formar los numerosos y resistentes ligamentos del sacro y los dos ligamentos sacrociáticos (5). Para que un individuo pueda realizar normalmente las actividades de la vida diaria necesita que todos los componentes del sistema músculo-esquelético estén, fisiológicamente, en buenas condiciones: si uno sólo presenta una anomalía, el conjunto de la función se ve afectado (6). La disminución en la movilidad del tronco es uno de los hallazgos más frecuentes durante la inspección dinámica. Orts LLorca (1) considera que para realizar el movimiento de ante flexión, no sólo es necesario que la musculatura dorsal vaya cediendo sino que a su vez se contraiga. En cuanto al valor de la amplitud, se encuentran diferencias entre distintos autores, citando como referencias: 164° (según Virchow) y 71° (según Novogrodsky). Por otra parte Miralles Marrero (7), F. Huguenin (8) y Kapandji (9) coinciden en un valor de 110° para la flexión de tronco. P. Fransoo (10) muestra las apreciaciones sobre la amplitud de movimiento en la columna lumbar realizadas por los autores White y Panjabi, quienes estiman en un valor de 90º para la media de la flexión-extensión lumbar desde D12 a S1. Y Pearcy quien otorga un valor a la flexión lumbar (L1-L5) de 52º. De Hegedüs (11), provee índices de la flexión por regiones, que sumados dan un valor de 110º, a partir de datos aportados por V. Sanchos Olmos y F. León Vázquez. Mientras que Liebenson (12) da como amplitud de la flexión de tronco de la columna lumbar un valor de 60°, Bouchet (13) da como un máximo de flexión un valor de 55° y Cailliet da un valor de alrededor de 45° (14). Por su parte F. Ricard (15) expone la suma de las amplitudes de los segmentos lumbares (52º) según Adams y Hutton. En la movilidad global de la columna existen grandes variaciones individuales y entre sexos y, a su vez, está muy condicionada por la edad (16). Teniendo en cuenta que la lumbalgia afecta a gran parte de la población mundial y es acompañada, en la mayoría de los casos, con cierto grado de incapacidad funcional, es importante evaluar en los pacientes el rango de movilidad del tronco. Evidenciar los trastornos en la flexibilidad de los tejidos, aún sin sintomatología dolorosa asociada, es un mecanismo fiable para la evaluación y evolución del paciente. Se puede considerar entonces, que el análisis dinámico del raquis es imprescindible para actuar preventivamente en los casos en los que la movilidad se vea afectada. Es indudable que debido a la importancia de las estructuras que son solicitadas en distintas funciones durante la movilidad del tronco en flexión, se pueden encontrar numerosas técnicas manuales que han sido descriptas por diversos autores para abordar estos tejidos. Cada una de estas técnicas posee características particulares y efectos terapéuticos comprobables en la práctica. Más allá de las innumerables descripciones y definiciones de las técnicas de uso frecuente en osteopatía, no hay que dejar de insistir en que la utilización racional de cada una de ellas, va a estar ligada a una visión global del individuo que permita al profesional realizar un diagnóstico preciso con el fin de lograr un tratamiento integral y eficaz. Existe una diversidad de técnicas que apuntan a mejorar el estado de las distintas estructuras: masaje del tejido celular subcutáneo, stretching, energía muscular, técnicas funcionales, técnicas neuromusculares, técnicas de movilización articular con o sin impulso, etc. El anclaje miofascial es una variedad de estiramiento (stretching), del cual no se conocen antecedentes bibliográficos. Por lo tanto, la metodología utilizada puede ser considerada como una creación del autor de la presente tesis. Es de comprender que por la localización de la presión durante el anclaje miofascial, las estructuras sobre las cuales más se infiere son las correspondientes a los planos musculares de la zona lumbar postero-lateral a saber: dorsal ancho, oblicuos mayor y menor del abdomen, cuadrado lumbar, multífidos del raquis, ligamentos iliolumbares, y por supuesto la aponeurosis dorso lumbar. Todos los músculos del raquis trabajan bajo el signo exclusivo del automatismo, que es ciertamente un factor particular y muy importante en el mecanismo de los dolores vertebrales y en el de las manipulaciones. A cada solicitud segmentaria, corresponde la puesta en acción de un cierto número de unidades motrices que contribuyen en mantener una posición vertebral y a participar en un movimiento rápido del raquis (17). Efectuada desde hace más de tres años en forma experimental clínica a numerosos pacientes, el anclaje miofascial es de una alta y rápida eficacia en los procesos de dolor y restricción de movilidad en general. Para poder ser más objetivos y evitar superposición de estudios, sólo se valora su repercusión sobre el movimiento del tronco en flexión. Los efectos de la técnica sobre el dolor y la movilidad general serán motivo de otro estudio. |