Recuerdo que cuando era chico, y tenía 8 o 9 años mi padre me
contaba como él disfrutaba de los partidos de fútbol del día domingo. Él no era
un gran entendido en la materia pero solía conversar con algunos amigos y con
los tíos de ello. No hacía nunca del tema futbolístico como único tema de
conversación, sino por el contrario, era un tema más ; de entretenimiento de
diversión. Mi padre me decía que tanto en partidos entre clubes grandes como
chicos reinaba un clima de sano esparcimiento, de diversión , de confrontación,
pero en el fondo, se iba a disfrutar del espectáculo. Él quería decir que no
había clima de guerra, de pelea....Allí se iba a jugar uno con el
otro y salía fortalecido el equipo ganador, pero los perdedores
aceptaban –sin violencia- las reglas del juego. Un día se gana y otro se pierde;
son las reglas del juego que todos aceptaban. Aquél que era el que, al día de la
fecha, presentaba las mejores condiciones de juego y un poco de suerte ganaba el
partido. La idea era ver el espectáculo y, por supuesto, si ganaba el cuadro
simpatizante de uno, mucho mejor.
En algunas oportunidades , siendo aún un
niño acompañé a mi padre a la cancha junto al padre de él , es decir a mi al
abuelo.¡las tres generaciones juntas sentadas en la platea ¡ Cuando volvíamos
del encuentro mi madre nos preparaba empanadas y comíamos todos juntos, mientras
el abuelo y mi padre recordaban otras confrontaciones futbolísticas. Recuerdo
que mi padre me tomaba fuerte de la mano cuando iba a cruzar la calle, cuando
subía a la tribuna, luego lo ayudaba a mi abuelo. Me hacía sentir seguro, y
contento a la vez.
Salvo en una oportunidad ,que yo recuerde, donde uno de
los hinchas tuvo una pelea con sus compañeros, por una interpretación diferente
a la conversión de un penal no he presenciado actos de violencia alguna, por
espacio de varios años. Después me enteré que el protagonista estaba
alcoholizado. Fueron todos juntos a divertirse y volvieron disgustados. Pero, en
fin, salvo esa vez, repito ,no tengo malos recuerdos de los domingos en los
cuales se jugaban torneos de fútbol .La diversión sana y la reunión familiar
hacían el resto. La disidencias, coincidencias y transacciones eran compartidos
esas tardes domingueras. . Mi padre y mi abuelo solían repetir el fútbol
congrega multitudes, que es un gran espectáculo, que despliega una técnica
particular y necesita, también, del factor suerte.¡El fútbol tiene
magia!, no se cansaban de repetir, domingo tras domingo.
De los 10 a
los 20 años fui pocas veces a la cancha , por diferentes razones, entre ellas,
que comenzaron a sucederse reiterados epiosodios, cada vez más frecuentes ,de
violencia. Ya, .no sólo entre los hinchas de diferentes cuadros, sino también,
entre los mismos simpatizantes. Algunos personajes, afiliados a los clubes ,
gozando de distintos privilegios protagonizaban algunos hechos que empañaban
esas tardes de espectáculo deportivo. Con el correr de los años se comenzó a
beber alcohol ,transgresoramente, dentro de la cancha. Siempre se bebió, pero
ahora se lo hacía mas desenfadadamente ,con el fin de buscar los efectos del
alcohol, que van mas allá de la compañía alimentaria del mismo. Como si fuese
necesario que para apreciar un espectáculo es necesario alcoholizarse
,paralelamente, o drogarse para “vivirlo mejor, más de cerca”,....mas
violentamente.
El criterio del juego deportivo fue acompañando al
enrarecimiento del clima futbolístico. El juego se transformó uno contra
el otro , en vez del uno con el otro. Con esta nueva premisa , el
metamensaje que se lee entre líneas es un” todo vale”, más parecido a un circo
romano que al de un campo de juego convencional.
El panorama se completó
cuando, en los estadios de fútbol , los hinchas llevaron objetos contundentes,
entraban por grupos, constituyendo verdaderas bandas, y consumían drogas legales
e ilicitas durante la confrontación deportiva. La violencia sistematizada y
continuada fue una consecuencia de este cambio actitudinal del público
espectador.
Paralelamente, desde lo mas soterrado de la dirigencia deportiva,
se hacían grandes negocios , aunque se declamaba lo contrario. La presencia
policial fue incrementándose sin la correspondiente disminución de la violencia
deportiva.
Hace unos años atrás escuché una expresión que definía claramente
lo que estaba sucediendo: “Por la misma puerta que entraron las drogas-y
la violencia- salió la familia”.
Pasaron los años, yo con más de
cincuenta años, a mis hijos los instruyo para que miren los partidos por
televisión ,debido a la violencia y al descontrol que fueron creciendo durante
las últimas décadas. Las barras -bravas –mercenarios contratados
subterráneamente por los mismos clubes de fútbol -con el fin de “proteger” y
cumplir mandatos de los funcionarios deportivos de turno, se fueron cada vez más
del cauce y se erigieron autónomamente como jueces de situaciones o personas de
diferentes instituciones o de la misma organización. También sirvieron para
“castigar” a los propios jugadores cuando no obtenían resultados satisfactorios
,dentro de los plazos estipulados. Las barras bravas tiñeron, aún más, al
fútbol, de violencia e inseguridad . La gente dejó de ir “en familia” para ir
“entre amigos” buscando lugares más seguros en las tribunas.
Estos
“Hooligans” sudamericanos representaron lo más primitivo y transgresor de la
sociedad argentina. Los dirigentes no pudieron controlar aquello que habían
generado unos años antes. Como médico, he atendido a varios de ellos y todos
decían lo mismo; “ a nosotros el club nos paga con algunos pesos, privilegios en
los encuentros y con cocaína”
En los días actuales , en los cuales la
sociedad argentina está tratando de respirar un poco de aire puro, resulta
inconveniente y –hasta- peligroso concurrir a ciertos encuentros deportivos sin
tener la seguridad de retornar sano y salvo a la casa de uno. ¿Y esto porqué? Es
que el mismo ser humano destruye en poco tiempo-consiente o inconsciente – lo
que demora muchos años en construir. En este caso se trata de un deporte que
mueve multitudes , pasiones y negocios muy grandes. Por lo tanto debemos cuidar
estos espacios , dejándolos libres de alcohol de drogas y de violencia. Los
hechos ocurridos han demostrado que siempre existe una relación lineal con
respecto a estos causas.
Tangencialmente, ya desde hace mucho más de una
década, llega la noticia que uno de los jugadores argentinos más famosos del
mundo se lo descubre consumiendo drogas. Todos los países hablan de ello,
quebrando la carrera de este maravilloso goleador.
La magia del fútbol se fue
ensombreciendo. Otros ídolos deportivos y , también artísticos, se “infectaron”
de esta enfermedad social. La gente continuó adorando a sus controvertidos
ídolos , quizás producto del sistema que los creó y no los supo acompañar o
contener en su crecimiento. Quizás la droga mas poderosa, la peor de todas, sea
el poder....El ser humano adicto congela su proyecto vital y su desarrollo
social, separándose de la escala humana.
El ídolo se recuperó tan
misteriosamente como se enfermó, naturalmente, pasando por un calvario
transnacional , para resurgir al cabo de muchos años de esfuerzos repetidos,
como el ave fénix, dejando, al día de hoy ,un claro mensaje antidrogas, que
espero, deportistas y admiradores sepan comprender.
Debemos recuperar todos
los aspectos positivos de estos deportes, aprovechando el prestigio deportivo
internacional que nuestro país goza en la materia. Debemos buscar una identidad
sana y armoniosa, lejos de los consumos tóxicos. Desarrollar una democracia
plena y justa, revirtiendo aquello que;” por la misma puerta que entraron las
drogas salió la familia”.
Recuerdo las conversaciones con mi padre y en
familia cuando decía una y otra vez “el fútbol tiene magia”....y violencia
agregaría yo.¡Cómo han cambiado las cosas!. Estoy seguro que si mi padre viviese
hubiese repetido aquel slogan que sostenía, años atrás, la municipalidad de
Cataluña “Las drogas, tarde o temprano, pasan siempre
factura”.
Testimonio de un colega médico año
2005
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Los autores Buenos Aires 25 de Octubre de 2005