En el siglo XVII comienza a ser bien conocido otro importante veneno, el sublimado de mercurio. Otto Tachenius (su verdadero nombre era Tacken), originario de Westfalia, viajaba frecuentemente a Venecia a mediados del s XVII. Él describe con precisión los procedimientos utilizados en Venecia y Amsterdam para la preparación del sublimado corrosivo, indicando también alguna de sus propiedades. También estudió los efectos del arsénico, probándolo en sí mismo.
Habiendo calentado arsénico en un vaso cerrado para evitar su evaporación, abrió una vez el vaso y aspiró un vapor que le produjo en su boca una sensación extraordinariamente dulce. "Sin embargo, al cabo de media hora experimenté una contracción dolorosa del estómago, acompañada de un movimiento convulsivo de todos mis miembros; la respiración se tornó difícil y emitía orina sanguinolenta acompañada de un calor quemante. Al cabo de esto, sufrí un ataque de cólicos y de contracturas de los músculos durante el espacio de una hora y media".
Ogier, J. Traite de Chimie Toxicologique. Librairie Octave Doin editeur. 1924. P. 6