AZTECA
Príncipe de las plantas: Una figura azteca del siglo
XVI, que hoy se encuentra en el Museo Nacional de Antropología de México, que
fue encontrada en Tlamanalco, al pie del volcán Popocatépetl, representa al dios
Xochipilli. el Príncipe de las Flores.
El pedestal de esta
escultura está incorporado a la estatua y es una reproducción en miniatura de la
parte inferior de un templo azteca, sobre el cual está sentado el dios. Se
considera que la figura fue tallada aproximadamente una generación antes de que
llegaran los españoles.
La expresión general así como la inclinación de la
cabeza, la mirada hacia el cielo, la boca semiabierta, la contracción del dedo
gordo del pie derecho, entre otros rasgos, manifiestan un estado de éxtasis, y
parece no estar en el mundo terrenal.
La máscara que lleva describe a un
dios que no está mirando de una manera corriente, sino con los ojos del
espíritu, está absorto probablemente por Temicxoch como llamaban a las "flores
del sueño".
Xochipilli era además el dios de la juventud, de la luz, de la
danza, la música, los juegos, la poesía y el arte, las mariposas, del árbol
florido, de los hongos sagrados (las flores que embriagan).
Las partes
descubiertas de su cuerpo, así como el pedestal están ornamentados con relieves
de flores, algunas representan hongos en su corte transversal, una de ellas se
encuentra oculta por la talla de una mariposa mítica y los sombreretes de los
hongos ofrecen una gran variedad de formas, debido a la gran cantidad de
especies que utilizaban y en diferentes etapas del ciclo vital.
Según la
creencia de los mesoamericanos el paraíso o Tlalocán como lo llamaban, estaba en
las estribaciones de una montaña siempre verde, hacia el oriente. Para los
aztecas el macizo coronado por el Popocatépetl era el lugar de su Tlalocan, su
jardín del edén, donde se encontró esta estatua, el corazón del lugar de los
hongos sagrados.
En el pedestal está tallada una mariposa muy estilizada
posada entre los hongos. Estos insectos no eran atraídos por los hongos, pero en
la iconografía de estos pueblos se relacionaban con el país de los muertos de
buena estrella y encarnaban el espíritu de los difuntos. Esta creencia se siguió
manteniendo hasta la era actual en algunos lugares de la región mazoteca.
Estas mariposas también se pueden ver en el mural de Tepantitla, en Teotihuacan,
donde está representado el Tlalocan, paraíso del pueblo nahua.
En el
pedestal de la efigie de Xochipilli la mariposa o sea el espíritu de los
muertos, se agasaja con los hongos, alimento de los dioses, a cuyo mundo será
transportada. En tres de los cuatro lados del pedestal, aparecen dos grupos de
cuatro círculos concéntricos, lo mismo que en la parte de atrás del hermoso
tocado, donde hay seis grupos de cuatro círculos, se trata del glifo náhuatl
Tonallo, símbolo que representa la estación cálida, la luz, la mariposa, la
tibieza del sol y las flores . En equilibrio con estos círculos hay unos
cuadrados divididos en cuatro franjas, que probablemente estuvieron pintados en
distintos colores, pues toda la estatua había sido pintada; éste símbolo llamado
Tlapapalli, refuerza al tonallo y significaba la alegría suprema. Por encima de
los círculos de hongos, a los lados del pedestal, hay una línea ondulada, que
recorre las cuatro caras, que podría significar agua, pues los hongos aparecen
con las lluvias, las tormentas o los rezumaderos de la montaña. A lo largo del
extremo superior del tablero hay una serie sin fin de círculos concéntricos, a
los que se llamó símbolo solares, pero que podrían interpretarse de distinto
modo según hemos visto hasta ahora. En la cadera derecha de Xochipilli hay una
flor de cinco pétalos, según investigaciones botánicas que identificaron las
especies, se trataría de la flor de nuestro tabaco común, una de las plantas
sagradas de todas las culturas Amerindias, no sólo en Mesoamérica sino a lo
largo de todo el continente, quienes veneraban al tabaco como una planta de
virtudes místicas. En el muslo derecho se ve una flor de maravilla, desde el
frente de la corola, en la pierna izquierda, debajo de la rodilla, botones de
esta flor que muestran la fase del ciclo vital de esta flor, era el ololiuhqui
de los nahuas. Todas las flores talladas en esta escultura fueron identificadas,
salvo una que está en la parte inferior de la pantorrilla derecha que tiene
cuatro pétalos. Estas flores no están hechas en una misma escala, cada una ocupa
un lugar en equilibrio con la parte que le fue designada.
Esta
estatua de Xochipilli es única porque en su cuerpo están talladas las plantas
sagradas. pero no es la única pieza donde se plasmó el estado de éxtasis.
Existen una serie de estatuillas talladas en piedra, que expresan un
arrobamiento aún más elocuente que el propio Xochipilli. Fueron encontradas en
Colima, Sudoeste de México, y datan del siglo VII d.C..
También hay otra
figurilla de Mezcala, que data de fines del período preclásico, 600-lOO a.C.,
tallada en piedra, que a diferencia de otras figuras, tiene los ojos cerrados,
pero con toda la expresión de arrobamiento.
Tanto la estatua de
Xochipilli como las primeras figuras parecen estar mostrando lo que el hombre
primitivo sentía estar viviendo, en cambio en la figura de Mezcala, nos muestra
como ese hombre era visto por los demás.